Basta con reconocer al migrante como un sujeto de
derechos para volvernos hacia él una mano caritativa y no un lastre en su
camino. Mirarlo como uno igual a nosotros, previsto de humanidad y
necesidad hace la diferencia entre un
camino tortuoso y uno un tanto más
ligero.
Todo comienza con un una bienvenida desinteresada, con un
poco de tiempo disfrazado de compañía, y
quizá un lonche o un café para la viajera y el viajero que llegue a las vías.
Empezar por ser solidarios y después brindar un poco de caridad. Así es como
nace el pastoral migrante de San
Tarsicio Miravalle en Guadalajara Jalisco.
Ana Luisa Rubio Reyes quien es misionera y coordinadora de la pastoral
nos comparte cómo inició este proyecto:
"El año pasado, en el mes de octubre en el mes
misionero, el señor cura miguel Ángel Gómez me pide un proyecto yo que soy
misionera, y yo acepto. Yo siempre
cruzo las vías y los veo entonces, digo vamos a enfocar este proyecto a los
migrantes.
Empezamos trabajando en las
vías, trabajamos vía s como un apostolado, preparamos lonches, preparamos café
son voluntarios que los hacen con mucha fe y hay que llevarlos a las vías.
Cuando nosotros llegamos aún no llega el tren,
entonces empezamos a darles los lonches, el café, empezamos a bromear
con ellos. Te haces uno sólo como familia se nos olvida que son migrantes. no
lo ves como migrantes los ves como una persona igual que tú".
Cada vez son más las manos que se suman y los acompañan
en este peregrinar, que poco a poco
también se vuelve nuestro. A un año de su nacimiento el pastoral ha
conseguido reunir un equipo de personas que todos los viernes ofrecen algo de
comida a los migrantes. Incluso ahora se cuenta con un pequeño negocio con el
que obtienen recursos para costear los
gastos del proyecto así lo relata Ana Rubio:
"La misma gente te da los lonches los sábados, la
misma gente te dona la ropa. Después nos dimos cuenta de que nuestra economía
no era mucha, abrimos un café a favor de la pastoral de migrantes y sobre todo
que la comunidad aceptara a los migrantes".
La meta de acceder a una vida mejor a pesar del andar
cansado y los días lejos del hogar son las banderas que los acompañan hasta
cruzar al otro lado. Por eso no importa de donde vengan o la condición en la
que se encuentren; las razones no importan cuando el sentido de la pastoral es
ofrecer y compartir un poco de lo que se tiene a los migrantes, comenta esta
joven misionera:
"En las vías siempre va a haber puros migrantes, pero
hay uno que ot ro que ya se ha quedado
ahí igual se le da. Porque esa persona que se queda, le brindo al migrante su
comida, su lugar compartió su propia pobreza, comparte sus alimentos con el
migrante".
Como parte de la pastoral se cuentan con un espacio al
que pueden acudir los migrantes, ahí pueden asearse, comer algo y descansar
unos momentos explica Ana:
"El apostolado se hace viernes y sábado, pero pueden llegar entre semana, pues se les
dice que hay un lugar donde pueden ir a comer, a bañarse, a cambiarse. El
coordinador de atención a migrantes. Asilo por un día todos los días".
El proyecto avanza conforme a la solidaridad y a la
concientización de las personas, por ello la meta es conformar en unos años una
asociación civil:
"Este proyecto va más allá, queremos que la gente que
está en la pastoral se forme en la ley migratoria, en atención a migrantes, en
derecho y seguridad, y formar a las colonias vecinas, se planea hacer un A.C".
Naturalizar el fenómeno migratorio en la sociedad a
través de proyectos humanitarios, de asistencia y conciencia social como éste,
coadyuva a a que se deje de ver al migrante con extrañeza y se respete su
condición.
Para Rumbo al Norte Dalia Souza
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